Mas tarde, no recuerdo como pero salí con una compañera, nos daba algo de vergüenza hablar, pero parecía agradable, nos sentamos cerca de la puerta a esperar a su hermana que iría por ella. Conversamos un rato y finalmente se fue. Sola de nuevo. No me quedaba otra que esperar a que mi madre fuera por mí, pues ese día no llevaba tarjeta de teléfono y aún no tenía celular.
Estaba algo incómoda porque en otra banca estaba un chico, tú, yo quería estar sola y el que algún extraño estuviese cerca no ayudaba a mi comodidad.
De pronto escucho que alguien me habla... Giro mi cabeza y veo que eres tú, examino tu rostro, no recuerdo haberte visto antes. Te contesto, comenzamos a conversar, cada quien desde su banca, hablando en voz un poco alta para poder escuchar, me cohíbo, pero he de admitir que pareces agradable. Estás en las mismas circunstancias que yo, elegiste un mal día para no tener tu tarjeta de teléfono y al no estar cómodo en ese lugar saliste a esperar a que tu madre fuera por tí ¿No es gracioso? Después de todo no todos son iguales. Te digo que no tengo muchos amigos, tú estás igual, por desgracia no estás en mi grupo, comienzo a soltarme un poco, aún me da algo de vergüenza pero al menos ya no tengo miedo ni me siento mal de que estés ahi. Después de un rato te vas o me voy yo, no recuerdo, creo que la primera. Jamás en la conversación nos preguntamos los nombres, solo quedó como uno de esos agradables encuentros que no se vuelven a dar, o eso creía yo.
Hablé contigo otras dos veces, me parece, esperabas que fueran por tí. Te parabas enfrente de la escuela con tu mochila en los hombros... Yo hacía igual, así que nos volvimos a encontrar y conversábamos. La tercera vez que hablamos acepté que sí nos seguiríamos viendo aunque fuese solo en la salida, así que te pregunté tu nombre -... y tú?- dijiste -Rocío- respondí yo.
Seguíamos hablando, los dos parados frente a la escuela con las mochilas atestadas de libros en los hombros, tú con el uniforme de los chicos, yo con mi jumper rosa por estar en primer año apenas...
Por aquel tiempo no sentía nada por tí que no fuese amistad, mi vida era tranquila, tenía unos cuantos traumas y complejos, pero poco a poco me iba acostumbrando a estar aquí. Aún no te me cruzabas por la mente al dormir y aún no la conocía a ella. Solo eras aquel chico con quien platicaba al salir de la escuela mientras ambos esperábamos a que fueran por nosotros.
¿Quién diría que acabaría llorando por tí...?
Continuará... Quizá
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